La exclusión de José Elver “Choco” Hernández de la lista conservadora a la Cámara generó una fractura sin precedentes dentro del barretismo. La decisión del Directorio Nacional debilitó el sector de Miguel Ángel Barreto, fortaleció a Óscar Barreto y desató una ola de inconformismo entre las bases, que cuestionan la falta de lealtad hacia un dirigente tradicional. El episodio revive tensiones históricas como el ocaso del gomezgallismo y amenaza con romper la hegemonía electoral del conservatismo en el Tolima para 2026.
La exclusión oficial de José Elver Hernández Casas, conocido en toda la política tolimense como “Choco”, de la lista a la Cámara de Representantes por el Partido Conservador desató un terremoto político que reconfigura el balance interno de la colectividad. La decisión, tomada directamente desde Bogotá sin consulta regional, sorprendió incluso a dirigentes cercanos al barretismo y expuso una ruptura profunda entre las alas que integran el movimiento azul. Lo que se esperaba fuera una formalidad terminó en un golpe de alto impacto dentro de la maquinaria electoral más poderosa del departamento.
El hecho afecta directamente al senador Miguel Ángel Barreto, quien defendió públicamente el nombre de Hernández hasta el cierre de inscripciones. Durante semanas, su equipo sostuvo que ‘Choco’ era indispensable para equilibrar la lista y garantizar representación territorial. Sin embargo, la decisión del Directorio Nacional dejó sin margen de maniobra a esta ala del partido, consolidando una derrota estratégica que fortalece al otro senador tolimense, Óscar Barreto Quiroga, quien ha venido aumentando su influencia interna a nivel nacional y regional.
En las bases conservadoras el descontento se hizo evidente apenas se conoció la noticia. Militantes con trayectoria, especialmente de municipios rurales, criticaron que la colectividad dejara por fuera a un dirigente que ha construido estructura por años, mientras se le abrió espacio a nombres que consideran “oportunistas” y sin arraigo en el partido. La inconformidad no solo refleja molestia por el trato hacia Hernández, sino la percepción de que la dirección del partido priorizó intereses coyunturales sobre la lealtad histórica.
El desgaste del conservatismo tolimense no es nuevo, pero la exclusión de ‘Choco’ agudizó tensiones latentes. Las bases han venido reclamando que los actuales representantes a la Cámara —Gerardo Yepes, Delsy Isaza y Alejandro Martínez— no tienen la visibilidad ni el trabajo territorial que se espera de ellos. Para muchos, Hernández era uno de los pocos actores capaces de movilizar estructuras sin depender exclusivamente del respaldo barretista, y su salida deja un vacío que podría traducirse en desmovilización electoral.
El episodio también removió recuerdos de viejas fracturas dentro del partido. Lo que en su momento fue una alianza sólida bajo el liderazgo de Luis Humberto Gómez Gallo, terminó fragmentándose con la caída del gomezgallismo. ‘Choco’, quien fue uno de sus hombres de confianza, jugó un papel determinante en la campaña que en 2014 llevó a Efraín Cepeda a lograr una de las votaciones más altas del partido. Esa estructura, que superó los 28.000 votos solo en Tolima, fue considerada durante años una de las más disciplinadas del país.
Sin embargo, el silencio de Efraín Cepeda frente a la salida de Hernández causó sorpresa. El senador, recientemente impulsado por el barretismo como figura nacional, no intervino para respaldar a quien fue pieza decisiva en su ascenso político. Este cálculo político fue interpretado como un mensaje claro de alineamiento con la estructura de Óscar Barreto, especialmente ahora que Cepeda avanza en acuerdos que podrían proyectarlo como fórmula vicepresidencial en 2026, o incluso como presidenciable.
Una fuente conocedora de la antigua alianza entre Gómez Gallo y Cepeda aseguró que la decisión fue estrictamente política: “Fincho priorizó la coyuntura sobre la lealtad. En este momento, la fuerza del barretismo pesa más que cualquier historia”. La frase resume el sentimiento generalizado entre conservadores tradicionales, quienes perciben que la gratitud política tiene fecha de vencimiento cuando entran en juego intereses electorales más amplios.
La crisis también impacta el tablero electoral del departamento. Aunque el barretismo sigue siendo la maquinaria dominante, la fractura podría provocar abstención, voto silencioso o incluso migración hacia otras fuerzas políticas que buscan capitalizar el descontento. La decisión llegó justo cuando movimientos alternativos, liberales y de centro buscan espacio en el Tolima, y cuando alianzas regionales empiezan a reorganizarse de cara a las elecciones de 2026, donde cada voto será determinante.
Paralelamente, el tema de la Curul Especial de Paz (CITREP) vuelve a ser motivo de discusión. Muchos ciudadanos de zonas PDET sienten que los elegidos para esta circunscripción han mostrado baja presencia en los territorios y apenas aparecen en campaña. Este descontento generalizado hacia la clase política alimenta la percepción de que la exclusión de Hernández es parte de un fenómeno más amplio: decisiones tomadas desde las cúpulas sin considerar a las comunidades ni su representación real.
En síntesis, la salida de José Elver ‘Choco’ Hernández no solo desnuda una lucha interna entre Miguel Ángel y Óscar Barreto por el control del conservatismo tolimense. También representa una advertencia para un partido que podría estar perdiendo el vínculo con sus bases más fieles. Lo que hoy parece un reacomodo interno podría convertirse en una grieta difícil de cerrar en pleno camino hacia 2026. La hegemonía conservadora, construida durante casi dos décadas, enfrenta así su mayor prueba en años.
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