Por: Miguel Moreno
Hemos llegado a diciembre de 2018, y se empieza sentir el fervor de las campañas electorales, los tradicionales ataques para aquí y para allá, que repiten una vez más el libreto de políticos de la región, terminan mostrando egos interminables y guardando muy en lo profundo sus propuestas, que parecen mampostería y no esencia de la actividad electoral.
Por ello la ciudadanía ha expresado de múltiples formas su asco al ejercicio político tradicional, en el cual priman las alianzas meramente tácticas, sin visión estratégica y que, como siempre, llevan a la gente al descabezadero con el famoso “ayudeme con el voto para un amigo” que en últimas terminan siendo los políticos que se venden por un pedazo de tajada y nos compran con boronas.
Pero el titular no deslegitima el ejercicio de alcanzar el poder, sino que releva la tarea fundamental que tenemos como ciudadanía, y que nos exige reflexionar, participar y cambiar los concejos y asambleas. El político de hoy no es aquel que proyecta ideas, que mueve sentimientos y acciones, sino el que vive de la rapiña, la burocracia y de desangrar el estado. ¿Qué podemos hacer los ciudadanos? Romper la tradición y, de forma directa, poniéndonos la camiseta del cambio, pues nuestra región tiene grandes oportunidades de desarrollo, pero en el ejemplo más claro de todos, la vocación agrícola del Tolima, está totalmente hundida y en el olvido está la asociatividad, la innovación, el mercado campesino como política pública y profunda, por ello debemos apropiarnos de la decisión de construir la vía terciaria. Estos aspectos en la agenda pública se desarrollan muy a media marcha por los mandatarios locales, y nuestros emprendedores se quedan con las ideas en los escritorios.
Para desarrollar estas políticas se necesitan de los profesionales que lleguen al ejercicio electoral, de forma limpia y sin ese ánimo de enriquecimiento ilícito tan presente en el diario de las noticias, actúen con ética al igual que los mandatarios que sean elegidos y que deben tener probidad, pues es el momento de los ciudadanos, y de asumir la política para cambiarla.
Las elecciones presidenciales y la consulta anticorrupción demostraron que ya no se come entero en este país y que la gente construye una postura crítica ante las decisiones de gobierno que se desarrollan a diario. El miedo siempre ha sido el factor fundamental del que se han valido una serie de políticos en detrimento de la gente trabajadora, estudiantil, emprendedora y de buena fe.
Jubilar a los políticos que se burlan de la sociedad depende únicamente de nosotros, con sentimiento por el Tolima y con la decisión de tomar por asalto, por parte de los ciudadanos, el rumbo de la política.