En un acto de revanchismo puro contra la mayoría de los colombianos que se muestran inconformes contra el Gobierno, el establecimiento y la manera que se ha conducido el país generando el actual estallido social y el paro nacional, que completa casi un mes, ha salido el ex candidato presidencial Germán Vargas Lleras a proponer limitar libertades individuales y grupales, a imponer un estado especial de alteración, que trate de aplacar a sangre y bota la manifestación ciudadana que sigue exigiendo cambios estructurales y mayor equidad.
No se puede perder de vista la génesis oculta, que todo indica, motiva esta solicitud de Vargas Lleras. Se basaría en el hecho de que el paro nacional y las manifestaciones le tumbaron la Reforma a la Salud en la que él y su partido Cambio Radical estaban empleados a fondo en el Congreso para hacerla pasar contra viento y marea, pese a que desde la Federación Médica Colombiana, organizaciones especializadas de científicos, médicos, enfermeras y usuarios del sector salud señalaban que la misma pretendía fortalecer la intermediación financiera y administrativa, más que el servicio mismo de los prestadores hacia los ciudadanos.
Además, de que desde algunos sectores se denunciaban posibles relaciones estrechas de Vargas Lleras y algunos miembros de su partido con fundaciones, EPS o grupos de interés que hoy tienen quebrado al sistema. No olvidemos además que el actual Ministro de Salud es cuota de Cambio Radical, el partido de Vargas, así como la Ministra TIC y la Ministra de Cultura. Por tanto, el hundimiento en sí mismo de la Reforma a la Salud es una derrota para su propia burocracia dentro del ejecutivo nacional. Por eso, casi que con sorna frente a la mayoría de colombianos inconformes que piden cambios de fondo, Vargas Lleras se va de frente y sin intermediaciones en atacar derechos y libertades, lastra en ristre con una especie de grito desesperado de deténgalos ya, antes de que sigan generando cambios y masificando el inconformismo.
Se ampara Vargas Lleras de nuevo en la manida idea de defender la institucionalidad, precisamente esa institucionalidad vacía, que actúa de espaldas a las necesidades de los colombianos, que dejó crecer la pobreza, quebrar los empresarios y comerciantes, aumentar la delincuencia, volver marca país la impunidad frente a los billones de pesos del erario que han sido robados descaradamente, mientras se habla de cero tolerancia a ella e investigaciones exhaustivas, pero en realidad a los pocos que se le aplica la justicia real y no formal les dan penas irrisorias y casa por cárcel. Esa institucionalidad a la que pertenece, de la que viene y de la que ha vivido en su quehacer público.
Por tal motivo, el enojo y las ganas de cobrar venganza por el hundimiento de la reforma de parte del ex vicepresidente es de tal magnitud, que sin pena ninguna en su columna de El Tiempo ahora posa como el mejor nuevo “amiguis” de Duque y de su Gobierno, ofrece casi su respaldo total y le da recomendaciones públicas de como atacar el corazón de la ciudadanía inconforme; por eso revive la idea de aplicar la conmoción interior.
Es cierto que dicen por ahí que la política es dinámica, pero esta voltereta rabiosa de Vargas Lleras raya con el descardo y el cinismo. Con ello a voz plena Vargas Lleras le exige a Duque que contra los colombianos declare dicha conmoción y pueda suspender la libertad de “movimiento de ciudadanos, vehículos y de alcaldes y gobernadores”. Pareciera entre líneas pedir que si es necesario remueva a algunos mandatarios regionales por no chocar contra la ciudadanía o no callar frente al asesinato y desmanes a civiles. “Lindo” gesto democrático, que más bien parece demogógico y desnuda de nuevo su personalidad imperial-dictatorial.
“De continuar esto así, el gobierno debería contemplar la declaratoria del Estado de Conmoción interior, medida que lo habilitaría temporalmente para controlar la circulación de vehículos, limitar el acceso o salida de determinados territorios establecer toques de queda e inclusive suspender alcaldes y gobernadores”, señala la columna de Vargas Lleras. Muy mala petición y además grave para la democracia, pues como se dice en la literatura de la ciencia política solo los gobiernos débiles, sin legitimidad ni respaldo ciudadano recurren a limitar derechos y a pedir silencio cómplice para callar frente a los excesos de su Policía y Fuerzas Armadas.
Y de su petición pública a Duque, deja notar Vargas Lleras el tono de furia, de “coscorroneador” de oficio y de revancha contra los millones de manifestantes como si estos le hubieran tumbado un gran negocio entre manos. En fin, la hipocresía. Puro revanchismo cachaco.