¿Por qué regresó? Porque los ciudadanos descubrieron a punto de sufrimiento lo obvio: que una cosa son los anuncios oficiales de los gobiernos sobre ayudas, bonos, subsidios y otra la verdad, la realidad, en cuanto a que nunca se dieron o llegaron a muchos menos de los que deberían y se anunciaron.
Además, la gran estafa para el ciudadano del común fue el supuesto congelamiento de precios al consumidor, el costo de los servicios públicos, alivios para deudas, subsidios para evitar despidos y quiebras.
Igualmente, el sistema financiero fue el único que no paró ni un día en la pandemia en ninguna parte del mundo, ni sus ganancias detenidas u obligados por justicia social a apoyar a la sociedad con un gravamen especial temporal a sus ya multimillonarias ganancias.
El sector de alimentos de consumo masivo fabricado por la gran industria tampoco paró y ha triplicado ganancias en época de Covid 19 (lácteos, bebidas gaseosas, enlatados, aceites, embutidos y miles más..), por lo que supermercados, grandes superficies, cadenas de abastecimiento hicieron su agosto a costillas de las personas encerradas en sus viviendas, porque es un hecho irrefutable que sí elevaron sus precios al consumidor. En Ibagué se pudo constatar.
- Puede consultar: Amazonas desprotegido
De las compañías de servicios públicos que pertenecen a grandes conglomerados económicos, ni hablar, puesto que con pocas excepciones se dejó de cobrar el servicio o solo se hizo sobre la tarifa básica, mientras que la mayoría calcularon que al estar la gente confinada consumiría más de lo habitual y, por tanto, perdería el cálculo diferencial de tarifa que le da el tener un subsidio estatal hasta cierto nivel de consumo; se quedaron callados, agazapados esperando el hecho para luego decir ante los exorbitantes aumentos y la inconformidad creciente, que hubo errores, se cobró por promedio, que la gente no entendió la tarifa o que echarían lengua en face live con el Alcalde, el Gobernador y la autoridad de servicios públicos domiciliarios para “escuchar y solucionar”; ¿Ah! Que se revisará caso por caso y las personas no se preocuparan, que la gran gestión es cobrar en 36 cuotas lo que se consumió en la cuarentena. ¿Les suena a algo muy parecido que pasó por esta tierra firme?
Además, aquí y en otras latitudes, la implementación de los sistemas 5G –y más avanzados- se dio en pleno confinamiento en busca de un mayor cubrimiento y calidad de tecnológica en tiempo real, pero quizás también para poder supervisar y monitorear mejor al ciudadano a través de celulares, tarjetas de servicios públicos, computadoras, tablet y cámaras públicas con posibilidad de enlace a circuitos cerrados por Internet.
Precisamente, en Hong Kong los manifestantes que volvieron a las calles se dieron cuenta de ese control estatal a sus movimientos, la invasión a su intimidad y, por eso, incluso, quienes protestan se tapan la cara para evitar que con las cámaras y antenas instaladas en avenidas, corredores viales, zonas residenciales, espacios públicos, centros comerciales, se les pueda identificar su rostro y luego arrestarlos en sus residencias o lugares de trabajo.
Así mismo, en varias ciudades de Chile hace algunas semanas el inconformismo volvió a sus principales ciudades; en Argentina desde el pasado 25 de mayo regresaron marchas, cacerolazos y caravanas de vehículos protestando. En EE.UU. el inconformismo en calle venía creciendo, pero ya sabemos lo que pasó desde la muerte de George Floyd por el abuso de un policía, al parecer por un billete falso. En España multitudinarias manifestaciones contra medidas poco efectivas del Gobierno. En México el ambiente se crispa, así como en buena parte de los países centro y suramericanos. Por lo tanto, estas no son teorías conspirativas si no hechos que se vuelven fuertes tendencias. Por tanto, la pregunta no es si en Colombia volverán esos brotes de inconformismo, si no ¿cuánto tardarán en volver?