Su origen tiene varias posibilidades, la que más suena, es una festividad que celebra el nacimiento de San Juan Bautista por parte de los cristianos; por otro lado, se relaciona la festividad con ritos de origen pagano previos o ajenos al cristianismo, ligados al solsticio de verano con otra celebración popular “las verbenas de San Pedro”. Sin embargo, para los tolimenses, San Juan es el patrón de los campos, es símbolo de alegría, de fiesta.
“Hablar de la Fiesta del San Juan en el Tolima es hablar de la fiesta más tradicional y popular de nuestros ancestros antes de la era cristiana en honor a muchos de sus dioses, especialmente el sol”, señaló Gildardo Aguirre, gestor Cultural y socio de la Corporación Festival Folclórico Colombiano.
En esta celebración florecen las cosechas que emigran a las viviendas, donde nuestros campesinos cambian su vestimenta por los encajes y las cintas en los trajes para bailar, salen los pañuelos, los ponchos y los sombreros recién tejidos. Los bolsillos se desbordan, la tambora retumba y se ilumina las cocinas con el horno a todo pulmón.
Agua, música, baile, fuegos pirotécnicos, mitología, artesanías, desfiles, comidas tradicionales, cabalgatas, mistela y chicha, hacen parte de la tradición del San Juan. En estas fechas, las plazas, los parques y nuestros hogares se convierten en escenarios musicales donde la gente baila al son de los ritmos tolimenses, siendo testigos las montañas, el llano y nuestros ríos.
Todos los tolimenses vivimos 11 meses, como una larga faena donde se soportan las penas, los trabajos, las privaciones y angustias, porque en junio hasta los enfermos olvidan los males y se levantan de sus lechos, ya que solo se vive un ambiente de alegría, placer, fiesta y amor a nuestra cultura y tradición. Las fiestas del San Juan duran toda la semana, hasta el día del sancocho de gallina, siendo este el 30 de junio cerrando con broche de oro las fiestas.
Aquí un pequeño fragmento de la obra de Miguel Morales en su libro Folclor Tolimense, donde se refiere al San Juan:
A las doce de la noche la tambora toca arrebato y los campesinos se levantan, los pocos que se hayan acostado, y se alistan para irse al baño tradicional. Los músicos que han de acompañar la tambora se reúnen, y así empieza la serenata, de rancho en rancho, levantando a toda la comarca:
Llegó la fiesta,
Llegó San Juan,
alevántese, compadre,
Que nos vamos a triunfar.